sábado, agosto 21, 2010

Sin una Palabra


Cynthia es una adolescente rebelde que una noche es arrastrada a casa por su padre después de soltarse el toque de queda e irse por ahí con un novio poco recomendable. A la mañana siguiente, despierta con una terrible resaca, pensando en la enorme bronca que se va a llevar, pero lo que se encuentra es espeluznante: no hay ni rastro ni de sus padres ni de su hermano. Han desaparecido, se han evaporado.

Veinticinco años después, Cynthia todavía no ha sabido la verdad. Ahora está casada y tiene una hija pequeña a la que sobreprotege, siempre temerosa de que la historia se repita. Cynthia accede a participar en un programa de televisión sobre este tipo de sucesos, con la esperanza de que alguien sepa algo y poder encontrar alguna respuesta. Las respuestas que halla, le pondrán los pelos de punta.

Normalmente disfruto mucho de este tipo de thrillers, y la sinopsis de éste parecía tener muy buena pinta, así que sin pensármelo mucho me lancé. Barclay ofrece una historia intrigante llena de misterios que durante buena parte del libro plantean más preguntas que no respuestas, pero por suerte para el final de la historia todos los cabos están perfectamente atados y todas las respuestas dadas sobre lo que pasó aquella noche en la que la familia de Cynthia desapareció.

Lo más original de este libro seguramente es la narración, ya que no leemos el punto de vista de la víctima como cabría esperar sino que es su marido quien nos lo cuenta todo en primera persona, sabiéndolo todo al mismo tiempo que él; esto es bueno por un lado porque él tiene el punto de vista del espectador, igual que nosotros, y se plantea las mismas dudas que se plantea el lector, incluidas las sospechas sobre su esposa. Por supuesto que confía en ella, pero después de un trauma tan grande, ¿podría ser posible que ni ella misma fuera consciente de sus actos? Pero por otro lado es un aspecto negativo porque el efecto es un poco de lejanía con los sucesos, todo queda un poco frío y de esta manera es difícil empatizar con Cynthia, un personaje que no ofrece mucho más allá de lo que le pasó esa noche, tiene muy poca personalidad.

Este efecto se da en la mayoría de personajes, el mismo narrador incluido. Aunque la historia es intrigante y te anima a seguir leyendo para descubrir todos los misterios, en ningún momento sentí esa subida de tensión, esa sensación de aguantar la respiración que sí he vivido con otros thrillers (Mary Higgins Clark por poner un ejemplo), y por eso al final me ha quedado una sensación un poco descafeinada. Por suerte a partir de la aparición de Vince el libro se anima bastante y el último tercio tiene bastante ritmo. La resolución no es que sea espectacular, pero es coherente y es lo suficientemente satisfactoria como para girar la última página sin sentirse decepcionado.

Un thriller bastante interesante que se lee rápido, una lectura recomendable para las vacaciones pero no es ni mucho menos de las mejores novelas de misterio que se encuentran en el mercado.

Nota: 6'5