domingo, enero 31, 2016

Mr Mercedes

Publicada en 2014, Mr Mercedes es la primera novela de una trilogía protagonizada por el detective retirado Bill Hodges.

Mr Mercedes aleja a Stephen King de su estilo habitual y en esta ocasión nos presenta un thriller puro y duro sobre un detective que quiere sacarse la espinita de una masacre que quedó sin resolver antes de que se retirara del cuerpo, y un asesino al que le encanta jugar con la mente de sus víctimas.

El inspector de policía Bill Hodges (de primer nombre Kermit) lleva retirado seis meses, y no se acaba de acostumbrar a su nueva vida. Divorciado, con una hija con la que apenas se ve, pasa sus días viendo telebasura y entreteniendo la idea del suicidio. Entonces, recibe una carta en el buzón de alguien que asegura ser el responsable de una masacre que quedó sin resolver: mientras un numeroso grupo de personas en paro hacía cola para asistir a una feria del trabajo que abriría sus puertas a primera hora de la mañana, un Mercedes se estampó contra la multitud provocando la muerte de ocho personas e hiriendo de gravedad a otras quince. El responsable quedó impune, y ahora se pone en contacto con Hodges y le anima a escribirse con él en un foro anónimo.
La idea detrás de la carta era animar a Hodges a dar ese último paso hasta el suicidio, pero lo que no se imagina el asesino es que acaba de darle al inspector una poderosa razón para querer seguir viviendo.

El mayor interés que suscitaba esta novela era el de ver a un autor como Stephen King ofreciendo su versión de una novela policíaca clásica. No se trata en sí de un misterio a resolver puesto que la identidad del asesino es revelada ya de inicio, sino más bien asistimos al juego del ratón y el gato por parte de ambas entidades, el policía y el asesino, y su persecución mutua con el objetivo de arruinar la vida del otro. Pero, en este juego, ¿quién es el ratón y quién es el gato?

El libro empieza muy bien con la intro del crimen del Mercedes y continúa todavía mejor con la carta del asesino y cómo intenta provocar a Hodges con ella. De mis partes favoritas del libro son las provocaciones del uno y del otro a través del foro anónimo, los mensajes incendiarios (e irresponsables, eso también) de Hodges y cómo afectan a Brady son buenísimos. Pero, aunque es entretenido desde el principio hasta el final, la novela se resiente porque la historia en sí es muy justita y los personajes tampoco dan demasiado de sí.

Empezamos por Hodges, que se supone que es un inspector de policía ejemplar con una gran carrera a sus espaldas, muy intuitivo y capaz en su trabajo, pero no acabamos de verlo. Primero, con el crimen que quedó sin resolver: apenas investigaron nada y dieron por válida la creencia de que la dueña del Mercedes se dejó las llaves puestas sin tener en cuenta ninguna otra posibilidad, ¡solo porque la mujer les caía mal a Hodges y a su compañero! Y, después, una vez retirado, es un poco absurdo que Hodges en ningún momento contacte con la policía y decida investigarlo él todo por su cuenta, más cuando tampoco tenía ninguna cuenta pendiente con el asesino. Luego sí la tiene, obviamente, pero razón de más para ir a sus antiguos compañeros... Además el personaje en sí es bastante típico y no tiene demasiados matices. Empatizas con él porque es el protagonista, pero es un personaje no demasiado interesante.

Luego tenemos a Brady, el asesino, que parecía prometedor al principio pero que se desinfla muy rápido. En este tipo de libros siempre es genial poder meterte en la mente de un asesino y saber cómo piensa para darnos cuenta de lo depravado y malvado que puede llegar a ser. Brady se nos presenta como un asesino muy inteligente y calculador que sabe cómo manipular a las personas y jugar con ellas hasta llevarlas hasta donde él quiere, y aunque eso es cierto, también lo es que a la hora de la verdad Brady no es más que un niñato con daddy y mommy issues que se ajusta a todos los clichés habidos y por haber del psicópata con problemas familiares. Un buen hostiazo se merece este personaje, bastante decepcionante, aunque sin duda alguna lo mejor de la novela es su flashback sobre lo sucedido con su hermano Frankie, eso sí que es pura esencia Stephen King.

Los personajes secundarios están bien, pero también sufren algunos problemas de caracterización. Por ejemplo Jerome, cuando Hodges solo cuenta con él es un superentendido de la informática, pero cuando entra en escena Holly de repente Jerome ya no sabe hacer algunas cosas básicas. Janey me caía bien pero su única función es la de ofrecer un romance bastante descafeinado con el protagonista y poco más. Aun así el trío Scooby Doo es divertido, por lo diferentes que son entre sí y cómo se las ingenian para ir encontrando todas las respuestas entre los tres.

Es la primera vez que leo un libro de Stephen King moderno (bueno, en su época supongo que los que leía eran modernos entonces) y me ha hecho mucha gracia encontrarme referencias a series de televisión, a cosas como Netflix y tal. Incluso King hace una referencia a la película de It, muy en su línea. Es la primera vez eso sí que leo a King en inglés y me ha gustado poder disfrutar de la historia tal cual está escrita por el autor.

He de decir que me reí mucho con los problemas informáticos que resolvía Brady en su trabajo, porque se supone que era para recalcar las pocas luces de los clientes que le llamaban por tonterías, pero también dejaba claro que King no es tampoco un as de la informática: los problemas eran en plan la mujer no se ha dado cuenta de que ha desenchufado el ordenador y por eso no se enciende, o al hombre se le ha congelado la pantalla y no ha pensado en hacer el reset de toda la vida.

Mr Mercedes es un libro que se lee bastante bien y que engancha nada más que para ver cómo atrapan al imbécil del asesino, y está bien ver la incursión de King en el género de la novela policíaca, pero más allá de eso, estaría en la pila de los libros más flojitos del autor. De hecho lo ha escrito King como lo podría haber escrito cualquier otro autor de novela de misterio porque no ofrece nada especialmente original ni novedoso al género.

Habrá que ver qué tal las otras dos entregas de la trilogía.

Nota: 6

miércoles, enero 20, 2016

Fangirl

Aunque Rainbow Rowell no escribe únicamente literatura juvenil, sí que se ha ganado el corazón de muchos lectores de este género gracias a libros como Eleanor & Park, Fangirl o más recientemente Carry On. Es fácil encariñarse con las historias de Rowell gracias a su forma de narrar, muy dulce y natural, y en el caso de Fangirl, porque su protagonista es absolutamente cercana.

Cath es una fangirl. Es muy, muy fan de una serie de libros muy popular, Simon Snow  (vendría a ser el equivalente a Harry Potter, aunque HP existe en este universo), y está metida en el fandom hasta el fondo: se ha leído todos los libros, ha visto todas las películas, su habitación está llena de todo tipo de merchan relacionado, tiene pósters y dibujos exclusivos, y escribe fanfic sobre Simon y Baz (el Harry/Draco, para que nos entendamos) porque adora esa pareja con toda su alma. ¿Qué importa que en los libros se lleven a matar y ambos estén enamorados de la misma chica? En su mundo, eso es lo de menos.

Las historias que escribe Cath siempre han sido populares entre los lectores de fic, pero la que está escribiendo ahora, Carry On, Simon, se ha convertido como en un estandarte del fandom. Tiene cientos de miles de visitas diarias y Cath siente la responsabilidad de darle un buen final a la historia y al romance entre Simon y Baz antes de que salga el octavo y último libro y el canon lo cambie todo. Para Cath, escribir sobre su pareja favorita lo es todo; le ayuda a olvidarse de su ansiedad, de su soledad, y cada vez que se sienta en su ordenador, se mete en un mundo familiar, reconfortante y que le hace más feliz que nada.

Ahora Cath acaba de empezar en la universidad, y aunque ella siempre había dado por sentado que compartiría habitación con su hermana gemela Wren, resulta que esta quiere más libertad, conocer gente, por lo que Cath se encuentra conviviendo con una extraña, viendo al excesivamente simpático novio de esta a todas horas, y aprendiendo a arreglárselas ella sola después de distanciarse de una hermana que ya no parece tener nada en común con ella.

Fangirl relata el primer año de universidad de Cath, su crecimiento personal y sus cambios en la dinámica familiar con el distanciamiento de su hermana y su preocupación por su padre, que por primera vez se ha quedado solo. Cath es un tipo de personaje que es posible que irrite a cierto tipo de lector, porque es muy insegura, llora mucho y algunas de sus actitudes parecen muy infantiles. PERO para los que somos como Cath, su personalidad es increíblemente realista; a quien no sufre ansiedad ni fobia social le parecerá absurdo que Cath tarde un mes en ir a la cafetería de la uni por no preguntarle a nadie dónde está, pero, creedme, esas cosas le pasan a algunas personas y es muy, muy difícil navegar por la vida cuando cualquier cosa que se salga de tu zona de confort te provoca unos nervios y una ansiedad terribles. Rowell describe de una forma maravillosa todo lo que siente Cath, una chica terriblemente afectada por el abandono de su madre y la enfermedad mental de su padre, y lo trata todo con una sensibilidad increíble. Una de las cosas que más me gustaron fue que Rowell no te vende una "cura milagrosa" a los problemas de Cath. Evidentemente que el amor la ayuda, le hace tener más confianza en sí misma, pero no cambia de la noche a la mañana y se convierte en una persona totalmente asertiva y sin miedo a nada. No, a la hora de la verdad, Cath crece como persona pero sigue siendo ella misma. Sigue siendo esa persona a la que se le contrae el estómago cuando tiene que afrontar algo nuevo y desconocido y sigue siendo esa fangirl que ama Simon Snow y ama escribir fanfic.

También me encantó toda el conflicto que tiene Cath con su curso de escritura, las discusiones con su profesora sobre el fanfiction (la primera bronca me dolió hasta mí, pero entiendo que en un curso de escritura no puedes presentar un fanfic; fue muy ingenuo por parte de Cath), asumiendo que a ella lo que realmente le hace feliz es escribir Simon Snow, las historias originales no le llenan tanto. Es un punto importante del libro y le agradezco mucho a Rowell que la conclusión no fuera "para madurar debo dejar el fanfic" porque el fanfic, para muchas personas, es realmente importante.

Durante todo el libro me convencí que Rowell había sido escritora de fanfic o al menos había hecho muy buena investigación sobre el tema porque cualquiera que esté metido en este mundo se sentirá muy identificado con Cath, y más en su caso que escribe slash o lo que es lo mismo romance entre personajes masculinos que la mayoría de las veces no son homosexuales en su obra de origen. Me pasé todo el libro pensando "yo soy igual", "yo pienso lo mismo", "yo hago lo mismo", sobre todo hacia el final cuando Cath explica que en el momento que ella decidió que Simon y Baz se amaban, ella creó su propio mundo con sus propias reglas y que era su responsabilidad que llegaran a donde tenían que llegar: a la redención de Baz (porque la autora lo trata mal y no lo hará jamás, me encanta la puya a JKR), a estar juntos, y a ser felices el uno con el otro, porque es así como debería ser. Y que luego a veces cuando se lee el libro de verdad, se olvida de que realmente no están enamorados, porque ella lo tiene tan interiorizado que es que es verdad. Cualquiera que ame tanto a una pareja como para escribir fanfic de ellos, o leerlo, sabrá que esto es así. 

Al final del libro Rowell explica que fue lectora de fanfiction, de Harry Potter como cabía esperar (no especifica pero es obvio que se refiere al Drarry fic), y que al empezar a meterse en este mundo le fascinó tanto que por eso se decidió a escribir Fangirl. Le llamó mucho la atención cómo millones de personas en todo el mundo dedican horas y horas a escribir sobre personajes que aman y a darles sus propios giros, a crear como decía Cath sus propias reglas, a tomar prestados unos personajes y unos mundos determinados y hacerlos tuyos de alguna manera. Le pareció muy interesante que muchos escritores futuros habrán comenzado a escribir a través del fanfic (que suele ser ideal para empezar a pulir tu estilo, ver qué falla y qué no, recibir feedback y mejorar), y le pareció todavía más interesante que muchos otros escritores de fic jamás tengan intención de escribir de forma profesional, tienen sus propios trabajos y simplemente escriben y leen fic como hobby. Y, tengo que decir que, en mi experiencia, hay fanfics absolutamente increíbles por ahí que le dan mil vueltas a la serie o película original, nada que ver con los fics horrendos que se han publicado como Cincuenta Sombras de Grey.

Tampoco puedo olvidarme del romance porque la historia de amor entre Cath y Levi es preciosa. Levi es uno de los mejores intereses románticos que he leído en mucho tiempo, un chico majísimo que siempre tiene una sonrisa en la boca y que es amable con todo el mundo y que se esfuerza en todo momento por meterse en el mundo de Cath para entenderla y estar cerca de ella y que no quiere cambiarla ni presionarla ni nada parecido. ESTO es un love-interest como dios manda. Además, también es de agradecer que la historia también le de mucha importancia a la amistad, y aunque el romance con Levi es un pilar importante de la trama, también lo es la evolución de su relación con su hermana Wren y con su compañera de habitación Reagan.

Fangirl es un libro sumamente adorable con muchos guiños al fandom que disfrutarán sobre todo aquellos que escriban o lean fanfic. Es un libro bastante azucarado y que entiendo que puede ser un poco pesado para los que gusten de protagonistas más decididas pero para aquellos que busquen una historia dulce de amor y crecimiento personal (el llamado coming of age) que te deje con una sonrisa, Fangirl es ideal. Lo único que me da pena es que no existiera cuando yo tenía dieciocho años, porque me hubiera ayudado mucho leer a una protagonista exactamente igual que yo. 

Intercalados entre los capítulos Rowell mete fragmentos de Simon Snow y de los fanfics que escribe Cath. Además Cath lee entero uno de sus fanfics a Levi, por lo que llega un momento en el que te acabas enamorando de Simon y Baz y te quedas con ganas de saber más de ellos. Desgraciadamente Simon Snow no existe (o afortunadamente, porque sería igual de frustrante que con el Harry/Draco, ¿no?) PERO la misma Rowell se enamoró tanto de Simon y Baz que escribió su propia historia sobre ellos. Me alegro de haber leído Fangirl ahora y no cuando salió porque ya tengo esperándome en mi estantería Carry On y sé que lo voy a disfrutar todavía más.    

Nota: 8.5

viernes, enero 08, 2016

La Chica de al Lado

El dolor puede llegar de fuera a dentro. Quiero decir, que hay veces en las que lo que ves es dolor. Dolor en su forma más cruel y pura. Sin que las drogas, o el sueño, o el shock, o el coma te lo suavicen. Lo ves y lo tomas. Y entonces es tuyo.
Jack Ketchum (seudónimo de Dallas Mayr) es uno de los escritores de terror estadounidenses más destacados que ha ganado numerosos premios y ha sido nominado a otros tantos, además de que varios de sus trabajos han sido adaptados al cine. Stephen King manifestó admiración por su trabajo y llegó a compararle con Clive Barker. Una de las razones por las que Ketchum es un autor único en el género es porque, generalmente, prefiere escribir sobre un tipo de terror realista, es decir, no utiliza elementos sobrenaturales sino que se centra en situaciones que perfectamente podrían pasar en la vida real, como es el caso de este libro.

La Chica de al Lado es uno de sus trabajos más famosos. Está inspirado en una historia real, la del asesinato de Sylvia Likens, una adolescente de dieciséis años que en 1965 quedó al cuidado, junto a su hermana, de una mujer mientras sus padres estaban de viaje por trabajo. La mujer que debía cuidar a Sylvia, con la ayuda de sus hijos y algunos vecinos del barrio, torturó salvajemente a la chica durante meses hasta matarla. 

Ketchum indica que después de conocer el caso no pudo olvidarlo, y por eso se decidió a escribir esta historia; quería explorar lo terrible que puede llegar a ser el abuso infantil y hasta qué punto puede llegar la maldad de una persona que solo se preocupa por sí misma y no es capaz de ver el sufrimiento ajeno.

Así que Ketchum cogió la historia de Sylvia Likens y la adaptó a su propio entorno, a su propia calle cortada de cuando él tenía doce años, en una casa al lado de la casa donde él creció. El protagonista, David, es un hombre adulto que está a punto de casarse por tercera vez y que rememora el verano en el que tenía doce años y llegaron a su calle Meg y Susan, dos niñas huérfanas que acababan de perder a sus padres en un accidente de coche y que terminaron al cuidado de su tía Ruth, madre de tres hijos. David se enamora por primera vez de Meg, y está encantado con la perspectiva de verla cada día porque vive en la casa de al lado, pero cuando la animadversión de Ruth escala al maltrato y de ahí a cosas mucho más terribles, David se ve incapaz de hacer nada por ayudar a la chica.

La Chica de al Lado está narrado en primera persona por lo que todo lo vemos a través de los ojos de David, un niño en apariencia inocente que se ve inmerso en una espiral de violencia de la que no puede salir; David realmente no le hace nada a Meg, solo fantasea con tocarla y se queda mirando cómo lo hacen los demás. Sabe que está mal, sabe que debería hacer algo, pero al mismo tiempo está fascinado por el poder que siente al saber que la persona adulta, que en este caso es Ruth, considera que le está haciendo un favor a Meg enseñándole lo que de verdad significa ser una mujer y que los hombres le utilizarán toda su vida, y que Ruth confía en sus hijos y en David para que le echen una mano. Con el tiempo, David empieza a ver que Ruth es un monstruo, una mujer que se ha dado cuenta de que ha desperdiciado su vida, con un marido que la ha abandonado, y cuidando de tres hijos que no le permiten tener vida propia. Meg, una muchacha muy bonita, que podría haber tenido un futuro brillante, representa todo lo que ella ha perdido, y el odio y la envidia es lo que propician toda la cadena de acontecimientos.

Ketchum afirma que siente un profundo asco por este tipo de personas, por gente como Ruth, por gente capaz de hacer daño a una persona en inferioridad y manipular a una serie de niños para que entren en el juego, pero cuando te lees el libro realmente te preguntas qué necesidad hay de escribir todo eso. La Chica de al Lado comienza como un relato de lo más inquietante con la descripción del juego del comando, que sabes que es horrible pero al final y al cabo te lo deja a tu propia imaginación. Luego te describe el sótano de los Chandler y sabes que un montón de cosas espantosas van a pasar ahí, pero llega un momento en el que deja de ser inquietante para convertirse directamente en horripilante, y no el buen sentido.

Porque una cosa es el terror, y otra cosa es esto. Una cosa es pasar miedo, zambullirte en una historia y aguantar la respiración mientras sigues leyendo con el ansia de saber qué va a pasar, y otra cosa es leer durante páginas y más páginas cómo una niña de catorce años es torturada, vejada, y violada continuamente por la persona que se supone debería cuidar de ella y por todos los niños de la calle. Además el autor no escatima en detalles, solo se guarda una de las cosas que le hacen a Meg (sí, la más horrible de todas, al menos hay que agradecerle eso), pero el resto te lo cuenta y te lo tienes que tragar y sinceramente, creo que algo dentro de mí murió leyendo esto, parte de mi fe en la raza humana, probablemente.

Y pese a todo me quedo con Meg, la valiente Meg que no se rinde y trata de conservar la dignidad todo lo que puede y de proteger a su hermana desvalida. Acabé llorando de impotencia y de rabia por ella, la verdad.

La Chica de al Lado es un buen libro, pero no es un libro para todo el mundo, y desde luego no es un libro para mí. El torture porn no es lo mío y este libro es puro torture porn, por mucho que el autor lo justifique como quiera. Es un libro que supongo que disfrutarán aquellos que gusten de novelas como American Psycho y similares.

Nota: 7