domingo, julio 16, 2017

Cementerio de Animales

Seguimos avanzando en la extensísima bibliografía de Stephen King y ahora nos vamos a todo un clásico, Pet Semetary o Cementerio de Animales, uno de los títulos más destacados del autor que se publicó el año de mi nacimiento, 1983.
Louis Creed se traslada junto a su mujer y sus dos hijos desde Chicago al pequeño pueblo de Ludlow después de conseguir la plaza de médico jefe de la Universidad de Maine. Allí se hace amigo de inmediato de su vecino, un anciano con mucha vitalidad llamado Jud Crandall, al que ve como una figura paternal.

Jud se sabe todas las historias del lugar, y a los pocos días de llegar les muestra un curioso emplazamiento situado al final de un camino que comienza detrás de la casa de los Creed y que atraviesa el bosque. Se trata de un cementerio de animales en el que los niños de la zona han ido enterrando y homenajeando a sus mascotas durante décadas, ya que la carretera que cruza el pueblo se ha cobrado la vida de infinidad de animales. La hija pequeña de los Creed, Ellie, muy unida a su gato Church, queda muy afectada después de la visita. Lo que Jud todavía no le ha contado a Louis es que el cementerio va mucho más allá, un secreto diabólico que se ha ido transmitiendo de generación en generación pese a que debería permanecer enterrado por siempre jamás...
Tal vez aprenda algo sobre el carácter de la muerte, que es allí donde termina el dolor y empiezan los buenos recuerdos. Que no es el final de la vida, sino el final del dolor.
Cementerio de Animales trata, en esencia, de la inevitabilidad de la muerte. A través de los diferentes personajes vemos cómo el ser humano se enfrenta a ese algo en el que preferimos no pensar pero que sabemos que llegará tarde o temprano: la pequeña Ellie, que a sus cinco años empieza a verlo como algo más que un concepto abstracto y esa idea se vuelve tangible, real y terrorífica; la madre, que vivió una tragedia espantosa cuando era pequeña con su hermana y que le dejó un profundo trauma; el padre, un médico acostumbrado a ver morir a personas y que se lo toma como algo tan natural como la vida misma, hasta que le toca de cerca y entonces es incapaz de aceptarlo... Por supuesto que estamos ante un libro de terror y el giro sobrenatural es epeluznante, pero de fondo es un estudio psicológico sobre la percepción y aceptación de la muerte, sobre el duelo y sobre lo difícil que es asumir la pérdida de un ser querido, todavía más cuando esta pérdida se nos antoja injusta y cruel.

Esa es la gran baza pero también el gran lastre de Cementerio de Animales, porque lo que es el terror proporcionalmente tiene poca presencia en comparación con lo que es la vertiente más psicológica y corriente. Todo el tercio final no es más que una excusa para hacer un estudio sobre el profundo dolor e impotencia que causa una pérdida repentina, y de hecho el clímax es bastante escueto, hubiera estado bien ver un poco más a eso que vuelve del cementerio en vez de tantas páginas de todo lo que hace Louis hasta llegar a ese momento. Aun así, las escenas de terror son de las mejores que ha escrito el autor, toda la parte de Zelda (¡que no es ni sobrenatural!) te deja el corazón encogido en el pecho.

Como es habitual esta historia se ubica en el mismo universo que la mayoría de libros de King, encontrando menciones a libros anteriores como Cujo o Salem's Lot (esta es de todo menos sutil).

No recuerdo qué edad tenía la primera vez que leí este libro, pero debía ser bastante joven, no creo que ni estuviera en el instituto. Me sorprende que no me impactara tanto entonces porque es una novela bastante oscura y desalentadora, no se la recomendaría precisamente a un niño, pero sí que tenía el recuerdo de varios de los momentos de la historia por lo que debió marcarme más de lo que pensaba.

Yo soy de esas personas que prefiere no pensar demasiado en la muerte aunque muchas veces no puedo evitarlo y termino comiéndome la cabeza con pensamientos del estilo "y qué más da lo que haga o deje de hacer si al final te mueres y todo se acaba". Cementerio de Animales no es un libro que te anime a vivir la vida al máximo, precisamente, pero es una de las obras más interesantes de King y consigue ponerte el vello de punta en más de una ocasión.

Y menos mal que no tengo hijos. Ni mascotas.

Nota: 8


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