sábado, octubre 21, 2017

Lisey's Story

Some things you never forgot. She had come to believe that the very things the practical world dismissed as epehemera -things like songs and moonlight and kisses- were sometimes the things that lasted the longest. They might be foolish, but they defied forgetting. And that was good.
That was good.  
Lisey Landon es viuda desde hace dos años. Su marido Scott, con el que estuvo casada veinticinco años, fue un premiado escritor que murió de una extraña enfermedad mucho antes de lo que le tocaba. Tras todo este tiempo Lisey por fin reúne el valor de revisar los manuscritos en el estudio de su esposo, trabajo tras que el que muchos académicos suspiran. Lisey, que había tratado de mantener alejados los recuerdos del oscuro pasado de su marido y de algunos episodios traumáticos de su matrimonio, se ve engullida de repente en una especie de juego (the stations of the bool, que lo llamaría Scott) en el que debería recordar vívidamente algunos de esos episodios para librarse por fin de la pena que lleva arrastrando desde la muerte de este.

No sé muy bien cómo catalogar esta historia de Stephen King. No me atrevo a decir que es "diferente" a sus otros trabajos porque cada uno es único a su manera, pero tampoco podría decirse que es un libro de terror, aunque tenga elementos del género. A grandes rasgos me ha recordado lo que hizo King con el magnífico 22/11/63: en esencia es un drama romántico, porque es la historia de la vida en común de una pareja durante las décadas que duró su matrimonio, y es fácil ver que hay elementos de la propia vida de King junto a Tabitha (que también tiene un montón de hermanas, por cierto), así que vendría a ser un homenaje a su esposa.

Lisey's Story (aunque es más Scott's story que de ella. ¿Tiene King algún libro en que la excelsa novelista sea una mujer?) es un viaje por el difícil camino del duelo. ¿Cómo superas la muerte de la persona que ha estado a tu lado, tanto a las duras como a las maduras, durante casi treinta años de tu vida? ¿Cómo te acostumbras a ser una sola persona cuando habéis sido dos tanto tiempo? Es más, ¿quieres hacerlo? ¿Quieres dejar atrás a esa persona, pese a lo mucho que significó para ti? Y todavía más difícil resulta dado lo complicado en algunas ocasiones de su matrimonio, especialmente por el bagaje que traía Scott tras una infancia de pesadilla. Creo que la novela funciona mejor cuando desarrolla el drama en sí: el proceso del duelo, las repercusiones del abuso y las enfermedades mentales tanto de Scott como de Amanda, una de las hermanas de Lisey. Las partes en las que Scott le dice a su esposa que ella le salvó de la oscuridad, que estaba ardiendo y que ella le trajo hielo, y cómo Lisey encuentra la forma de despedirse definitivamente son preciosas.

Ahora, creo que el libro me hubiera gustado más sin la parte sobrenatural, porque al final creo que abarca demasiado. El drama, el thriller con el fan desequilibrado que está obsesionado con el trabajo inédito del escritor (todos los personajes de King que se adscriben a estas características podrían montar un club), el "bad gunky", el boo-ya moon... Hay tanto que llega un momento que satura. Además tampoco ayuda que King repita continuamente los mismos conceptos, acaban por agobiar. Es una pena porque además la historia de la infancia de Scott me recordó un poco a la película Escalofrío (que juega un poco mejor con la ambigüedad), y si King hubiera dejado la puerta abierta a la posibilidad de que lo sobrenatural no fuera tal la historia hubiera ganado enteros, en mi opinión.

Lisey's Story presenta elementos comunes a otros trabajos del escritor, como es habitual, entre ellos el tema del fan que mencionaba antes o ese otro mundo que podría perfectamente ser el que vimos en Buick 8. Es un libro interesante con algunos conceptos muy chulos pero que se hace un poco denso y repetitivo. Si no hubiera tenido encima la fecha de devolución de la biblioteca, seguramente hubiera tardado semanas en terminármelo.

Nota: 6'5

jueves, octubre 12, 2017

Ready Player One

Soy una chica (o mujer ya) nacida en los ochenta. Aunque viví mi adolescencia en los noventa, siento una debilidad especial por la década en la que nací. Mi película favorita es de 1987. Adoro las pelis de John Hughes (sobre todo El Club de los Cinco). Casi toda la música que escucho es o bien bandas sonoras de films, o bien canciones de los ochenta. Me considero a mí misma una geek, o friki o lo que me queráis llamar: consumo manga y anime, me gusta el cine de terror, estoy obsesionada con las pelis de Marvel y todavía hoy juego a las aventuras gráficas de mi época, tipo Monkey Island. Me encantan las series tipo Stranger Things que abogan por la nostalgia de forma tan efectiva. Cuando el protagonista describe que el vídeo de Halliday comienza con la canción Dead Man's Party de Oingo Boingo, lo primero que dije fue, mira, este tema sale en Back to School (y lo sé porque mi actor favorito participa en esa peli). Así que este libro debería haberme entusiasmado de principio a fin, pero lo único que ha conseguido ha sido agotarme.

Y eso que el concepto es chulísimo: en un futuro en el que el agotamiento de los recursos ha empobrecido exponencialmente a la población, un revolucionario videojuego permite a cualquiera la opción de evadirse de la existencia de mierda en la que vive y sumergirse en una realidad virtual en la que se puede adquirir la identidad que uno quiera y explorar infinidad de mundos diferentes creados a imagen y semejanza de la cultura pop más icónica del siglo pasado. Este juego se llama OASIS y su creador, James Halliday, estaba obsesionado con los ochenta, de modo que sus jugadores pueden visitar escenarios que recrean a la perfección escenarios sacados de Blade Runner, Dragones y Mazmorras, Regreso al Futuro o incluso (pocas) cosas más modernas como El Señor de los Anillos (las pelis, obviamente), Firefly y un largo etcétera. Al morir Halliday, este desvela que ha ocultado un huevo de pascua en el vasto universo que conforma OASIS, y que el primero en encontrarlo heredará su inmensa fortuna. Pero las pistas que proporciona son tan crípticas que durante años nadie es capaz de encontrar siquiera la primera de las tres puertas que conducen hasta ese jugoso tesoro. Entonces, un chico llamado Wade resuelve el primer acertijo y desencadena una guerra sin cuartel para hacerse con el huevo de Halliday.

Pero ¿no era Wade obeso?

OASIS es el sueño de cualquier geek. Imagina poder visitar los escenarios de tus películas favoritas y vivirlos como si estuvieras realmente allí, o pilotar un mecha gigante, o convertirte en Ultraman. Si eres una chica mola menos porque a excepción de Harry Potter y poca cosa más casi todo son obras creadas por hombres, pero sigue estando guay igualmente. Je, yo sueño con el día en el que de verdad se pueda jugar a meterte en pelis y ser Molly Ringwald en Dieciséis Velas o En el Club de los Cinco. Pero lo que tendría que haber sido un viaje nostálgico y divertido se me hizo bastante cuesta arriba por la necesidad de Cline de explicarlo todo de la forma menos interesante posible. Porque el problema que le veo yo a Ready Player One es que quiere llegar a un abanico muy grande de público, lo cual es lícito y lógico, por supuesto. Así que por un lado está dirigido al lector más mayor que creció en los ochenta y al que le encantará ver referencias a Enredos de Familia, Star WarsFootlose o Dragones y Mazmorras, pero por el otro lado el autor también quiere llegar al lector más joven que desconoce toda esta cultura pop con la intención de descubrirle que las frikadas de los ochenta molan y tal vez hacer que así se interese por películas o canciones que de otro modo pasaría por alto. Y más ahora con cosas como It o Stranger Things, que parece que apostar por la nostalgia ochentera está dando muy buenos resultados. Pero ¿cuál es el problema con eso? Que para el lector que ya se conoce las referencias, el que te tenga que explicar todo se hace muy pesado. No necesito que para cada canción, cada videojuego o cada película me tenga que poner el año de estreno, quién la dirigió, quién lo creó o qué actores salen. No necesito que en las primeras cien páginas Cline tenga la necesidad de explicar seis veces que las máquinas arcade son "antiguas máquinas de videojuegos que funcionaban con monedas". Tampoco necesito cuatro páginas describiéndome escenas de Juegos de Guerra. No conseguía meterme de lleno en la historia, en la búsqueda del huevo, porque cada dos por tres la trama quedaba cortada por explicación tras explicación que a la hora de la verdad no aportaba mucho. Y para el lector jovencito... ¿Es realmente posible sentir nostalgia por algo que no has vivido nunca?

Y Wade, el protagonista, es muy repelente, porque se sabe todos los diálogos de todas las películas de memoria (¡porque las ha visto hasta ciento cincuenta veces!), domina todos los juegos, se sabe cada canción que suena, hasta cosas hiper mega desconocidas. ¿De verdad alguien tan joven ha tenido tiempo de aprenderse todo eso? Además me pareció muy triste que no tuviera gustos propios, porque todo lo que le gusta es porque le gustaba primero a Halliday.

Ready Player One no deja de ser una excusa para que el autor meta mil millones de referencias a todo lo que le gusta y farde de sus conocimientos sobre videojuegos antiguos (que esa es otra, todo lo describe como "una canción antigua", "una película antigua", "un videjuego antiguo"). Y como toma prestados escenarios creados por otros, pues no tiene que currarse mucho los suyos propios. Entre medio de todo eso hay una historia más o menos entretenida con el típico héroe huérfano que vive con su malvada tía y que consigue la gloria gracias a su astucia, perseveración, buen corazón y sobre todo el poder de la amistad, que le llevan a vencer a una desalmada corporación que pretende hacerse con el control de OASIS para privatizarla. Está bien a ratos, y los personajes secundarios, aunque clichés, son cuquis, pero esperaba bastante más.

Ah, y la traducción deja mucho que desear. Una serie live action es una serie de acción o imagen real, señor traductor, no una serie de acción en directo. Si os defendéis con el inglés, ni os acerquéis a la versión en castellano.

Nota: 6